23.4.15

Estreno de La cara okulta de Selene Sherry, de Juan García Larrondo

Coincidiendo con la luna nueva y el equinoccio de primavera, el miércoles 18 de marzo se estrenó en el Teatro Duque de Rivas de la capital cordobesa la obra La cara okulta de Selene Sherry, del dramaturgo gaditano Juan García Larrondo. La representación, con dirección de Francisco García Torrado, corrió a cargo de los miembros de la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba.
 La cara okulta de Selene Sherry, escrita a mediados de los años noventa y estrenada por primera vez en 1999 por la compañía Lajarana, es, en palabras del propio autor, “una continuación sobrenatural” a una de sus obras más premiadas y reconocidas, Mariquita aparece ahogada en una cesta (Primer Premio “Marqués de Bradomín”), representada con gran éxito en varias ocasiones y también por alumnos de la propia ESAD en la promoción del año 2012.
El argumento de esta segunda parte de las “Comedias Selektras”, como Larrondo las denomina, narra, de manera desenfadada, divertida e, incluso, disparatada, cómo la Virgen María, para que los hombres entiendan lo que significa exactamente su mensaje de “amor universal”, resuelve enviar nuevamente a la Tierra, con los vivos, a la fenecida Mariquita Vargas, protagonista de la primera entrega, esta vez reencarnada en una prostituta hermafrodita llamada “Selene Sherry”, que será la encargada de anunciar a la Humanidad la llegada de un nuevo orden terrenal a la par que, en el Universo, mientras tanto, la Tierra y la Luna sufren una conjunción perfecta y una invasión de Selenitas propagan por todos los planetas el “virus del amor total”, que propiciará el nacimiento de una nueva era: La Era Andrógina.

            Para García Larrondo, La Cara Okulta de Selene Sherry no es una pieza de teatro convencional: “Es un canto utópico a lo imposible, una internación de las fronteras entre aquéllos hombres y mujeres transparentes que anhelan ver lo nunca visto. Teatro con delirios de cine. Es, en suma, una declaración de amor en tiempos de guerra”. Y añade: “No ceso de pensar en ocasiones que he podido escribir algo que muy pocos comprenderán, que quizás no llegue a transmitir totalmente la esperanza, la alegría y la ingenuidad con la que fue inicialmente concebida. Algunos aspectos formales pueden sorprender, incluso escandalizar. Lejos de mi intención está el inflamar la moralidad o denostar las creencias religiosas de nadie.  Los dioses no nos pertenecen. Se dejan interpretar, querer u olvidar en libertad. Por eso, cuando la escribía, no quería que nada, ni los propios límites de la Literatura, me impidiesen derramar todas esas fantasías que brotaban impulsivamente dentro de mí. Se que sobra el decirlo, pero creo que no hay actos más perdonables en el ser humano que aquéllos que se comenten en el nombre del Amor y, esta obra, es uno de ellos”