26.8.13

Alberto San Juan, Autorretrato de un joven capitalista español

“Vuelvo al Alfil en otoño. Ya he estado en el Central de Sevilla y en el BARS de Barcelona. Y tengo otros diez bolos. Creo que va a ir bien, pero si no hay teatros, lo puedo hacer en una casa okupada” 

Alberto San Juan ha roto esquemas con su “Autorretrato de un joven capitalista español”. No es que haya rediseñado la vanguardia escénica: es que ha decidido poner en pie un texto político que no ofrece segundas lecturas ni simbolismos. Es una auténtica patada de realidad en la boca, algo, por otra parte, absolutamente necesario en estos tiempos oscuros que vivimos.

- ¿Cómo se te ocurrió este “ajuste de cuentas”?

- Yo no lo considero un ajuste de cuentas. En realidad, yo crezco con un mito, con un relato de mi sociedad que ofrecía demasiadas zonas de sombra y con este nuevo capítulo de la lucha de clases llamado crisis, esas zonas de sombra empezaron a llamarme más la atención. Empecé a plantearme qué era lo que había pasado para que hayamos llegado a esa situación.

Hay que tener en cuenta el contexto internacional en su conjunto. España tiene unas cuestiones específicas muy claras: la Dictadura y la Transición, que son dos etapas de la historia que conducen al presente que estamos viviendo.

- “Autorretrato…” ofrece un gran número de testimonios sacados de libros con los que explicas casi una teoría de la conspiración generalizada. ¿Qué libros han sido fundamentales para elaborar tu discurso, que yo no considero obra de teatro, sino ensayo divulgativo o conferencia…?

- Hay muchos. Entre ellos, “Soberanos intervenidos”, de Joan Garcés; “La CIA en España” y “La sombra de Franco en la Transición”, de Alfredo Grimaldos; “Ricos por la patria”, de Mariano Sánchez Soler; “Las fosas de Franco”, de Emilio Silva y Santiago Macías o “Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero”, de Vicenç Navarro y Juan Torres López.

Siempre ha habido bibliografía, pero los grandes medios de comunicación están al servicio del Sistema y el Sistema no es democracia, es explotación. Es una oligarquía que explota al conjunto de la ciudadanía. El franquismo se hizo para eso, porque la República era un sistema que, sin ser revolucionario, pretendía redistribuir la riqueza. La Transición, evidentemente, aumentó la cobertura social, la sanidad, la educación, etc. en unos mínimos para cumplir los estándares europeos para poder estar en el Mercado Común Europeo y en la OTAN, pero en ningún momento se planteó otra cosa que servir a los mismos intereses a los que habían servido en el franquismo.

En esta investigación apresurada los libros no han sido las únicas fuentes. He mantenido entrevistas personales con gente que vivió activamente aquella etapa o que la ha estudiado

- Efectivamente: en tu alocución cuentas una anécdota de Juan Margallo –“nuestro” Juan Margallo–, que tuvo una reunión con Felipe González mucho antes de ser presidente del gobierno…

- Hoy sé que vivimos gobernados por una mafia criminal compuesta por una serie de oligarquías que son las mismas a las que servía la dictadura franquista y las creadas después de la Transición a partir de la traición de las cúpulas de los partidos de izquierda –fundamentalmente el PCE y el PSOE– a sus votantes y militantes.

- ¿En qué consistió esa traición?

- En que aceptaron el pacto que les proponía la oligarquía franquista para seguir beneficiándose del sistema. Un colaborador absolutamente necesario fueron los medios de comunicación, entre ellos, y de forma muy destacada, el diario considerado progresista y democrático emblemático que es El País, que realizó una labor fundamental a la hora de crear y hacer sólido el mito de la Transición.

Como siempre, el problema son las cúpulas, los directivos, porque en El País han trabajado y siguen trabajando periodistas maravillosos, a pesar de que en el ERE reciente se cargaron a muchos de ellos. Y entre la militancia del PSOE, y del PCE, habrá muchos auténticos demócratas, pero en las cúpulas no los hay.

Yo he votado siempre a Izquierda Unida, pero creo que el PCE debería hacer una biografía crítica cuanto antes, para ganar en credibilidad.

- ¿Y qué solución tenemos? El 15-M no quiere entrar en el “juego” parlamentario (hay una parte del movimiento que sí), pero carece de los apoyos económicos necesarios para hacerse escuchar masivamente.

- Cada vez hay más voces que reclaman una alternativa electoral al margen de los partidos tradicionales. La alternativa es construir una sociedad ajena a las cúpulas empresariales, financieras, políticas y burocráticas. En esta oligarquía mafiosa incluyo, por supuesto, a la Iglesia. A la cúpula de la Iglesia. Porque conozco curas de barrio que entregan, realmente , su vida para ayudar a la gente que no tiene y para luchar por una sociedad más justa. Pero la cúpula de la Iglesia es tan mafiosa como la de los partidos o los bancos o de la mayor parte de las instituciones españolas, como el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas o el Consejo General del Poder Judicial, que son cúpulas corruptas, fruto de un pacto corrupto.

Esa mirada al pasado es necesaria. El PP –y el PSOE– está en contra de volver la vista atrás a la República o a la Dictadura. ¿Por qué no quieren mirar al pasado? Porque no quieren que entendamos el presente. Porque si comprendiésemos el presente les mandaríamos a todos al juzgado: a Felipe González, a Alfredo Pérez Rubalcaba, a Mariano Rajoy, a José María Aznar, a José Luis Rodríguez Zapatero, a José María Rouco Varela, a Emilio Botín, a Isidro Fainé… Son cuatro gatos, pero nos tienen jodidos.

- ¿No tienes miedo?

- Siempre he sido bastante inconsciente, pero si lo digo no es porque yo sea el que descubre nada. Un señor como Antonio García Trevijano, bastante importante en la historia de este país, amigo del Rey en su día y fundador de la Junta Democrático de España, lo ha dicho siempre: esto no es una democracia. Evidentemente, no se le ha dado espacio en los medios…

- ¿No temes las represalias económicas, al estar la contratación de buena parte de los espectáculos teatrales en manos de los ayuntamientos, con una gran mayoría de ellos en manos del PP?

- Es que hay que plantearse otra cosa: hay que hacer el teatro de otra manera, el cine de otra manera, el periodismo de otra manera… Estamos asistiendo a la caída en picado de las instituciones tradicionales, entendido “tradicional” en el sentido de nacido en la Transición. El País, El Mundo o el ABC se van a ir a la mierda. Están cayendo y están surgiendo alternativas periodísticas donde se puede leer información algo más veraz, menos sometida a intereses. Están en Internet, los medios digitales. No digo que sean ideales: la historia del diario Público es muy siniestra, pero, una vez más, por su cúpula. Fue un cierre interesado, por los patrones. De ahí surgieron media docena de medios alternativos, entre ellos la revista Mongolia, que tiene al final unas páginas de información. lamarea.com, eldiario.es, público.es, infolibre.es… Puede haber intereses detrás de esos medios, no digo que no; hay, incluso, quien dice que está detrás el PSOE, no lo sé, pero en esos medios se puede leer información alternativa, así como en medios de otro tipo como kaosenlared.net o rebelion.org.

Y lo mismo sucede con el teatro. Hay otra forma de hacer teatro.

- “Autorretrato…” ha estado en el Alfil en junio. ¿qué otros planes hay con la función?

- En principio, volver al Alfil en otoño. Ya he estado en el Central de Sevilla y en el BARS de Barcelona. Y tengo otros diez bolos. Creo que va a ir bien, pero no me hacen faltan teatros: puedo ir a lugares alternativos.

- De hecho, se estrenó en la Sala Triángulo, ¿no es cierto?

- Si, pero si no hay teatros, lo puedo hacer en una casa okupada. Por primera vez en mi vida he estrenado un espectáculo sin haberlo ensayado nunca y sin haberlo terminado… Cada semana sigo escribiendo y va cambiando. Va teniendo una estructura fija, pero abierta a múltiples variaciones. ¡Hay tanto de qué hablar! Unos días hablo más de la Iglesia, otro día más de los bancos, etc.

Hablo también de mi propia experiencia y de cómo he ido abriendo los ojos desde hace tiempo, hasta que los he abierto definitivamente ahora, cuando me afecta directamente en los ámbitos más íntimos de mi vida, porque cómo se viva en la sociedad en la que vivo condiciona cómo vivo yo personalmente.

Evidentemente estoy interesado en que haya una sociedad libre y justa, porque a mi me gusta, básicamente, rascarme los huevos y gozar de la vida. Y para que eso suceda hace falta libertad, igualdad y fraternidad. Y por eso estoy dispuesto a sumarme a una lucha colectiva.

Desde la Transición, la sociedad no se había articulado tanto en la reivindicación de sus derechos como hoy en día. En la Transición la violencia del estado, la propaganda de los medios y la traición del PCE y del PSOE desconvocaron la movilización social. Pero hoy en día todas esas estructuras han quedado al descubierto por su falta de honestidad.

A todo esto, me planteaba, como algo muy importante, la intención… cómica. Porque un efecto terrible de la falta democracia y de la miseria que provoca es la posibilidad de caer en la amargura o en el dogmatismo, y el humor te salva de ambos peligros.