5.5.14

José Luis Alonso de Santos: "En el mercadillo de las apariencias, se nos llena la boca defendiendo la cultura"

Entrevista de FERNANDO DÍAZ DE QUIJANO aparecida en El cultural de El Mundo

Hoy se hace una lectura dramatizada de La semana cultural, la última obra del dramaturgo, que es además el presidente provisional de la recién creada Academia de las Artes Escénicas de España.


“El teatro me ha dado mucho y ahora me toca a mí darle algo al teatro”. Por eso José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1943), que ya lleva unos años jubilado de su cátedra de escritura dramática en la RESAD pero no deja de escribir, se involucró desde el principio en la gestación de la recién nacida Academia de las Artes Escénicas de España (AAEE), de la que es presidente provisional hasta junio. Desde hace año y medio, un grupo de reputados profesionales de la danza, el teatro y el género lírico ha trabajado para levantar este organismo independiente que responde a una “ambición histórica del sector”, que tiene entre sus objetivos prioritarios la “autodefensa”. Precisamentela última obra de Alonso de Santos, La semana cultural, aborda en tono satírico las complejas relaciones entre la cultura, los poderes públicos y la sociedad. Hoy, un grupo de actores y dramaturgos hará una lectura dramatizada del texto de la obra, publicado por Ediciones irreverentes, en la Casa del Libro de la calle Fuencarral, en Madrid, con firma de libros por parte del autor.

Pregunta.- ¿Era muy necesario para el sector que se crease una Academia de las Artes Escénicas?
Respuesta.- Sí, nace de una ambición histórica. Había inquietud por no tener una academia como el cine o la televisión, sobre todo porque este es un sector muy atomizado. Danza, ópera, teatro... cada uno por su cuenta. Por eso teníamos la idea de unirnos, primero como movimiento de autodefensa y con la ambición de mejorar y hacer crecer el sector. Nuestro principal objetivo es la excelencia.

P.- ¿Ha habido intentos anteriores de crear un organismo como este?
R.- Si, hubo tentativas diferentes en el pasado y todas se abortaron. Se intentó crear como órgano asambleario, en otras ocasiones desde la administración, o desde la SGAE, o de otras asociaciones. Todas fracasaron. Esta vez todo empezó con pequeñas reuniones de unas cuantas personas cualificadas, con experiencia y representativas del sector.

P.- ¿Cómo acabó en el centro del proyecto?
R.- A veces te toca, lo compañeros te eligen. En estas cosas influye la edad, tener cierto prestigio... A veces nos da un ramalazo altruista y yo llevo muchos años viendo a la gente quejarse, llorar, sin conseguir nada. El teatro me ha dado mucho y sentí que ahora me tocaba a mí darle algo al teatro.

P.- ¿Cuánto tiempo han estado planeando la creación de la academia?
R.- Un año y medio. En este tiempo hemos elaborado los estatutos, hemos descubierto que había antiguamente otra asociación registrada que no era real y nos ha costado mucho eliminarla. Hacer algo en España es muy complicado, hay una trama burocrática complejísima. También es complicado hacer pasar de la buena voluntad de la gente a la acción real.

P.- Usted es el presidente de la junta directiva provisional hasta que se celebren las próximas elecciones.
R.- Ahora comienza un proceso electoral de dos meses y nosotros nos presentaremos como candidatura. Si salimos elegidos, lo primero que haremos será consolidar la academia, abordar cuestiones prácticas como tener un local, consolidar los equipos directivos y el marco de trabajo. Hay tanto que hacer... En esto nos está siendo muy útil mirar hacia la Academia de Cine, nuestra hermana mayor. Hasta ahora nos ha impulsado y protegido la Fundación SGAE, pero pronto nos independizaremos de esa tutela.

P.- ¿Cuántos miembros son por ahora y cómo será el procedimiento de ingreso?
R.- Hay 162 miembros fundadores que han formado parte de la asamblea constitucional y que conforman el cuerpo electoral de estas elecciones. A partir de entonces, se abrirá el ingreso normal de personas con arreglo a los estatutos. No podemos admitir a todo el mundo porque entonces seríamos un sindicato, ni podemos ser demasiado selectos porque entonces sería una academia muy exquisita pero poco social.

P.- Hoy se hace una lectura dramatizada de su última obra, La semana cultural. ¿De qué trata?
R.- La obra habla de las relaciones entre cultura y sociedad, de la frontera difícil entre cultura, gestión cultural, política, y la manipulación y sumisión que lleva consigo esta relación. Mi primera obra, ¡Viva el duque, nuestro dueño!, hace casi cuarenta años, ya hablaba de la relación entre el poder y los creadores. En la delicada frontera entre sumisión, moda, mercado e ideología surge muchas veces el arte.

P.- Todo ello lo aborda con tono humorístico, como de costumbre.
R.- Esta es una de mis comedias más humorísticas. El humor es un catéter contra la calcificación de todas las cosas. En este caso, tomo el pelo a esa moda que ahora nos llena la boca con la palabra “cultura”, que ha ocupado el papel que tenía hace siglos la limpieza de sangre. En el mercadillo de las apariencias, todos somos defensores de la cultura -y de la democracia-, pero otra cosa es definir qué es cultura, más allá de los intereses creados. Las modas son más peligrosas que las ideologías, y los que se autoproclaman expertos en cultura no se dan cuenta del carácter temporal, coyuntural, de sus impresiones.

P.- Hoy firmará ejemplares de la obra. ¿La edición de textos dramáticos es el “patito feo” del mundo editorial?
R.- Esto sirve de ejemplo para hablar de nuevo del concepto de cultura. Por un lado está la cultura representativa, coyuntural, la que sale en todos los medios, que tiene su importancia, y por otra parte está el pequeño acto aislado de la pequeña editorial, de la sala alternativa, de los pueblos... Este tipo de cultura es espontánea y crece como la hierba en el bosque, no hay quien la pare. Fútbol no es sólo el Madrid-Bayern, también es un grupo de niños jugando en una plaza. Con la cultura sucede lo mismo. El escaparate mediático no debe cegarnos.