P.- “Sao, un campesino abandona su hogar y acaba
uniéndose a un grupo de saqueadores marítimos para sobrevivir.” Éste es el
arranque del argumento en líneas generales de Nido de vergüenza. ¿Una obra de piratas ahora? ¿Por qué?
R.-Sí, es
una obra de piratas del siglo XXI; creo que el tema está más vigente que nunca,
basta con leer las noticias. Me sorprende como la práctica de la piratería que
es algo que se había dado en el pasado hoy en día ha vuelto a tomar relevancia
hasta el punto de afectarnos a todos de alguna manera cuando un barco es
secuestrado.
P.- ¿Qué te sedujo del tema para acabar
escribiéndola?
R.- Ocurrió todo de manera natural, casi sin darme
cuenta. Vi varias noticias de barcos pesqueros apresados por piratas y, a raíz
de eso, empecé a darle vueltas en la cabeza. ¿Cómo son estos nuevos piratas?
¿Cuál es la causa de su origen? ¿Cómo viven? ¿Cómo sienten? Me empecé a hacer
estas y otras preguntas. Luego pensé en una historia que pudiera ubicarse en
ese contexto, una historia que tuviera suficiente potencial dramático.
P.-¿Qué has pretendido contar con Nido de vergüenza?
R.- Básicamente hacer una reflexión sobre la
figura de los salvadores. A lo largo
de la historia y de manera cíclica ha habido revoluciones lideradas por
libertadores. A través de la llegada al poder de Sao, el protagonista, he
querido indagar en esa línea fina que separa a los libertadores de los
dictadores. De fondo también aparece el tema del nuevo colonialismo practicado
por occidente y el papel que aún se ve obligada a asumir la mujer en
determinadas sociedades.
P.- ¿Cómo ha sido el proceso de escritura?
R.-Cuando comienzo a escribir una obra siempre
pienso en dos cosas: escribir una historia que merezca la pena ser contada y
escribir el teatro que a mí me gustaría ver como espectador. A partir de ahí
trabajo y trabajo. Nunca puedo dilatar el tiempo de escritura de una obra
cuando la tengo ya clara en mi cabeza; es extraño, pero necesito expulsarla
cuanto antes. Verla escrita en papel es la culminación del proceso.
P.- Me imagino que el objetivo final será verla
representada en un teatro.
R.- Por supuesto que sí, el teatro nace para ser
leído y representado. Muchas veces no entiendo ni me gusta el mundo en el que
vivo y eso provoca en mí la acción de contar historias para poder hacerme
preguntas y reflexionar sobre ese mundo que muchas veces no llego a comprender.
Escribirlas nace del deseo de establecer una comunicación con los demás, ya
sean lectores o espectadores. Por eso me parece de vital importancia que una
historia acabe siendo editada y representada para disfrute del público. Y es
que el teatro sin público no es nada.
Nido de vergüenza en la web de Ediciones Irreverentes